Hay carreras y carreras, crosses y crosses pero Punta Parayas es más que éso, es un Monumento, una Catedral del Cross y en mi casa se vive en el ambiente durante muchos días previos. Para los niños es una de sus carreras predilectas, para Marcos concretamente la que más le gusta y se acercan allí con intención de ganar, de correr con raza y dejarse hasta el último aliento en el barro. Lo han mamado, e igualmente saben que si luego quedan cuartos o décimos han de estar igual de contentos porque lo han dado todo. Empezó bien la mañana y ganaron los dos. Luego me tocó a mí el turno y si de casa ya vamos así, cuando vi la campa a primera hora de la mañana se me pusieron los pelos de punta porque era todo un espectáculo, un verdadero cross del norte para gente de raza.
Con 44 tacos aspirar a pódium es muy complicado pero salí de casa con esa mentalidad y tuve el enorme placer de conseguirlo en un acarrea luchada de principio a fin. Hasta la misma línea de meta no me vi en pódium y ya casi hasta me daba igual, porque lo estaba pasando en grande luchando con otro viejo rockero Pepín Funtes Pila. Todo una alegría poder disfrutar de ese momento y con ésto no escribo más que me toca entrar en turno de noche.
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